miércoles, 29 de enero de 2020

The last step: el viaje de mi vida

Las paredes están otra vez vacías y tristes

Mientras desaparecen de las paredes las fotos y decoraciones que han dado calor a nuestro lugar de trabajo durante este año, hemos volcado nuestras últimas horas a intentar cerrar un círculo. Una especie de colofón desde la emoción y la formación que se resume en preparar y presentar el que sería el viaje de nuestras vidas. Cada uno el suyo. El primer día de Taller de Empleo Laura nos propuso que cada uno contáramos en un folio el viaje de nuestra vida. El que habíamos hecho o el que quisiéramos hacer. Cada uno hizo su redacción y una breve descripción. Ahora, a falta de dos días de terminar este año de formación, hemos vuelto al mismo propósito. ¡Qué poco tienen que ver nuestros viajes y, sobre todo, nuestras presentaciones con lo que hicimos en febrero de 2019!

Cada uno ha elegido destinos o rutas acordes con su personalidad. Todos reconocemos perfectamente al otro en su propuesta. A eso se suma que todos hemos interiorizado elementos y criterios más profesionales, con mayor perspectiva, herramientas más variadas y perfeccionadas y, sobre todo, otra manera de mirar el viaje. A nadie nos sorprende que Cristian haya elegido Japón, Pilar el sur de Italia, Juan Praga, Marga la isla de Moorea, yo una vuelta al mundo histórico - literaria, Judith Estambul, Marina San Petersburgo, Sanaa La Meca, Alba Egipto y José Carlos Roma.

Otra cosa es cómo se plantean los viajes. La inmensa mayoría desde la perspectiva del turismo experiencial, la conexión con los hobies de cada uno, donde no mandaría el reloj sino el interés de cada paso. Todos atentos a las realidades de cada destino, sus gentes y sus recursos. Y casi todos con compañía seleccionada para ese viaje concreto.

Viaje de Pedro Cubero alrededor del mundo
Las presentaciones han servido para ponernos de acuerdo: todos, todos, haríamos el viaje de las vidas de los demás compañeros. Porque han hecho presentaciones emocionantes, bellas y seductoras. Unas con toque íntimo, otras con estilo narrativo documental y/o argumental, algunos persuadiendo con las imágenes.

Otra utilidad ha sido la demostración de las capacidades digitales adquiridas o perfeccionadas a lo largo del Taller de Empleo. Cada uno ha manejado software y aplicaciones adecuadas a su presentación o ha apostado por el hardware biológico: uno mismo con su cuerpo, su voz y la capacidad de lenguaje verbal y no verbal. También en este último aspecto (del que Laura es una verdadera especialista) hemos comprobado los progresos.

El propio Taller de Empleo ha resultado un viaje. Salimos el 1 de febrero de 2019 y llegamos el 31 de enero de 2020. Los viajeros que nos reunimos en la estación de término somos los mismos que comenzamos pero no las mismas personas. Tal como dice el lema que creamos para la Ruta 67, hemos llenado nuestro depósito de experiencias y las experiencias le cambian a uno. Por supuesto, la formación nos ha proporcionado nuevas capacidades y el trabajo de campo un conocimiento directo de la realidad de los 67 pueblos de la Comunidad de Calatayud que no teníamos. Y como decía nuestra Dolores en la Gala de las 25 mejores experiencias turísticas de Aragón en el Teatro Principal…: “sólo se ama lo que se conoce, Don Roque”.

No sé si todos podremos viajar más pero lo que pasará, seguro, es que viajaremos mejor.

Adiós. Buen viaje a todos o, como escribió Patrick O’Brian, “buen viento, buena mar y fuertes brazos”.

1 comentario:

  1. Que bonito, escrito desde el corazón, sin duda alguna.
    De nuevo, enhorabuena por vuestro trabajo, sois un gran equipo , con una gran profesora y con una gran directora de taller.
    Un abrazo y buen viaje .
    Ana

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