Las paredes están otra vez vacías y tristes |
Mientras desaparecen de
las paredes las fotos y decoraciones que han dado calor a nuestro lugar de
trabajo durante este año, hemos volcado nuestras últimas horas a intentar
cerrar un círculo. Una especie de colofón desde la emoción y la
formación que se resume en preparar y presentar el que sería el viaje de
nuestras vidas. Cada uno el suyo. El primer día de Taller de Empleo Laura nos propuso
que cada uno contáramos en un folio el viaje de nuestra vida. El que habíamos
hecho o el que quisiéramos hacer. Cada uno hizo su redacción y una breve
descripción. Ahora, a falta de dos días de terminar este año de formación, hemos
vuelto al mismo propósito. ¡Qué poco tienen que ver nuestros viajes y, sobre
todo, nuestras presentaciones con lo que hicimos en febrero de 2019!
Cada uno ha elegido
destinos o rutas acordes con su personalidad. Todos reconocemos perfectamente
al otro en su propuesta. A eso se suma que todos hemos interiorizado elementos
y criterios más profesionales, con mayor perspectiva, herramientas más variadas
y perfeccionadas y, sobre todo, otra manera de mirar el viaje. A nadie nos sorprende
que Cristian haya elegido Japón, Pilar el sur de Italia, Juan Praga, Marga la
isla de Moorea, yo una vuelta al mundo histórico - literaria, Judith Estambul,
Marina San Petersburgo, Sanaa La Meca, Alba Egipto y José Carlos Roma.
Otra cosa es cómo se
plantean los viajes. La inmensa mayoría desde la perspectiva del turismo
experiencial, la conexión con los hobies de cada uno, donde no mandaría el
reloj sino el interés de cada paso. Todos atentos a las realidades de cada
destino, sus gentes y sus recursos. Y casi todos con compañía seleccionada para
ese viaje concreto.
Las presentaciones han
servido para ponernos de acuerdo: todos, todos, haríamos el viaje de las vidas
de los demás compañeros. Porque han hecho presentaciones emocionantes, bellas y
seductoras. Unas con toque íntimo, otras con estilo narrativo documental y/o argumental,
algunos persuadiendo con las imágenes.
Otra utilidad ha sido la
demostración de las capacidades digitales adquiridas o perfeccionadas a lo
largo del Taller de Empleo. Cada uno ha manejado software y aplicaciones adecuadas
a su presentación o ha apostado por el hardware biológico: uno mismo con su
cuerpo, su voz y la capacidad de lenguaje verbal y no verbal. También en este
último aspecto (del que Laura es una verdadera especialista) hemos comprobado
los progresos.
El propio Taller de
Empleo ha resultado un viaje. Salimos el 1 de febrero de 2019 y llegamos el 31
de enero de 2020. Los viajeros que nos reunimos en la estación de término somos
los mismos que comenzamos pero no las mismas personas. Tal como dice el lema
que creamos para la Ruta 67, hemos llenado nuestro depósito de experiencias y
las experiencias le cambian a uno. Por supuesto, la formación nos ha
proporcionado nuevas capacidades y el trabajo de campo un conocimiento directo
de la realidad de los 67 pueblos de la Comunidad de Calatayud que no teníamos.
Y como decía nuestra Dolores en la Gala de las 25 mejores experiencias
turísticas de Aragón en el Teatro Principal…: “sólo se ama lo que se conoce,
Don Roque”.
No sé si todos podremos
viajar más pero lo que pasará, seguro, es que viajaremos mejor.
Adiós. Buen viaje a todos
o, como escribió Patrick O’Brian, “buen viento, buena mar y fuertes brazos”.
Que bonito, escrito desde el corazón, sin duda alguna.
ResponderEliminarDe nuevo, enhorabuena por vuestro trabajo, sois un gran equipo , con una gran profesora y con una gran directora de taller.
Un abrazo y buen viaje .
Ana