Como Cristóbal Colón, Marco Polo, y algunos más, continuamos nuestra ruta comarcal descubriendo maravillas.
El día 14 de junio de buena mañana nos encaminamos hacia Morés, conocimos a la alcaldesa, Esther, una señora estupenda con muy buena disposición con la que nos dirigimos a la Ermita de San Félix en la que pudimos contemplar la impresionante decoración que viste su techumbre.
Esther nos explicó que el 30 de mayo, se hace una romería hasta la ermita, se sueltan globos y se toma vermú a su sombra. Siguiendo la tradición, los moresanos y moresanas cuidan con mimo y devoción los rosales que están junto a la Ermita.
Ya se empezaba a nublar cuando nos encaminamos todos hacia el mirador de Morés, y aunque empezó a llover, dijimos: ¡A ver si crecemos! Y una vez superado el pinar que conduce al mirador, contemplamos las vistas que nos ofrecía...el campo, el pueblo, las atrevidas aves sobrevolándonos...
Como hace falta agua, la recibimos sin protestar, y como recompensa, nos tomamos un café en el bar Monades esperando a que escampara, alrededor de Esther, que nos contó muchas e interesantes historias del pueblo; entró un señor que pidió un cortado y Esther dijo: ¡Hola Fernando! Era el alcalde de Purroy. Comprobamos la buena sintonía que existe entre los dos, y la colaboración que se prestan mutuamente para que esta zona de la Comarca florezca como el rosal de la ermita de San Félix.
Dejamos atrás un Morés soleado, y nos encaminamos hacia Arándiga, tierra de sabrosos ajos y deliciosos quesos de oveja, donde nos encontramos con Cristian, el párroco, que nos acompañó a la iglesia de San Martín de Tours, una joya del siglo XVII, desde donde pudimos contemplar las magníficas vistas de la silueta de su castillo, antaño inexpugnable.
Nos dirigimos al mirador, a través de las sinuosas calles de Arándiga y una vez lo alcanzamos,pudimos contemplar los términos que conforman el paisaje de la zona.
Cargaditos de los productos típicos de Arándiga y con nuestras fichas de municipios repletas de apuntes, marchamos hacia Nigüella.
El sol nos seguía en nuestra aventura haciéndose notar, así nos dispusimos a recorrer Nigüella y sus características casas colgantes.
Finalizamos nuestra jornada con un juego que Ana, nuestra querida guía nos propuso, para que pudiéramos comprobar lo fructífero de las visitas a los municipios con una serie de preguntas estilo trivial, a la sombra de una chopera por la que discurre el río Isuela.
Con la paz que nos evocaba el sonido del correr del agua, acertamos todas las respuestas, y repusimos fuerzas para emprender el camino de regreso a Calatayud.
Gracias gentes estupendas!
Cristian y Marga